Un día me vino una señora que vivía en Girona desde hacía unos 10 o 20 años, hablaba en castellano y era de origen andaluz, así que hablaba con ese acento en el que nunca acaban las palabras. Vino a buscar la pastilla de la tensión, pero no se acordaba de cómo se llamaba la pastilla. Le preguntamos, pero no lo sabía. Le preguntamos de qué color era la pastilla y dijo que la pastilla era colorada. Para mí, colorada significaba que era de un color, pero quería saber de qué color. No sabía que colorada correspondía al rojo.