Es casual, o no, lo que nos pasó a mi madre y a mí. Muchos de los pacientes que acudían a la farma, allá por finales de los 60 y principios de los 70, eran analfabetos y mi madre les pintaba dibujos y símbolos para diferenciar las medicinas, así como las tomas según posología. Cuando yo empecé a trabajar y me encontré que había gente analfabeta o mayor que apenas veía u oía, les hacía dibujos también, sin saber que mi madre lo hacía.