Atención Farmacéutica Domiciliaria
La Dra. Estíbaliz Goienetxea es Directora Técnica del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Gipuzkoa. En su artículo, explica en qué consiste la atención farmacéutica domiciliaria (AFD) y los beneficios que puede suponer para el paciente.
Estíbaliz Goienetxea
Estíbaliz Goienetxea es doctora en farmacia y Directora Técnica del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Gipuzkoa.
El envejecimiento de la población, el aumento de la cronificación de enfermedades y la tendencia creciente a la no institucionalización de las personas mayores está evidenciando una necesidad social: la asistencia domiciliaria a pacientes dependientes y/o pluripatológicos.
La presente pandemia por COVID-19 ha enfatizado esta realidad, ya que por distintas circunstancias, muchos pacientes no podían acudir presencialmente a los centros de salud y/o a las farmacias (enfermedad, cuarentena, restricciones de movilidad, etc.). En este contexto, en el ámbito de la farmacia comunitaria, en muchas comunidades autónomas se articuló un sistema de dispensación de medicamentos a domicilio a personas vulnerables.
Esta experiencia durante la pandemia ha resultado ser satisfactoria y ha reimpulsado la necesidad de ahondar en esta nueva dimensión profesional. En España, el concepto de atención farmacéutica domiciliaria (AFD) es relativamente reciente y constituye un importante reto para la profesión.
¿Qué entendemos por AFD? La prestación de Servicios Profesionales Farmacéuticos Asistenciales (SPFA) en el domicilio a aquellos pacientes que, por su condición sanitaria, no pueden acudir a la farmacia comunitaria para recibirlos. El objetivo principal que persigue es satisfacer las necesidades farmacoterapéuticas del paciente a través de la mejora del uso de los medicamentos y de la adherencia al tratamiento farmacológico. También, a través de la prevención, detección y resolución de problemas y resultados negativos asociados a medicación para, en definitiva, contribuir a la sostenibilidad del sistema sanitario. Entre otras, contribuyendo a disminuir el número de ingresos y reingresos hospitalarios y fomentar la prestación de los cuidados paliativos en los casos en los que se precisen.
Se pone en cuestión el marco jurídico de aplicación. En este sentido, si bien sería conveniente contar con una regulación específica que estableciera el ámbito de aplicación, contenido y límites de la AFD, se podrían, inicialmente, fomentar experiencias piloto para poder protocolizar el servicio y medir los resultados obtenidos a consecuencia de la actuación profesional del farmacéutico. Todo ello, enmarcado dentro de programas acordados con las administraciones sanitarias.
La necesidad de una continuidad en la atención integral al paciente en todos los estadios de su enfermedad sea o no dependiente, y se encuentre o no en el domicilio, está ampliamente avalada por numerosas recomendaciones, y esto incluye la asistencia farmacéutica. El servicio de AFD debería contemplar la integración con el resto de las profesionales del equipo asistencial, promoviendo un buen circuito de comunicación e información con los profesionales y con la administración sanitaria.
El concepto de AFD no es inédito en países como Australia y Reino Unido, que han implantado, en su Sistema Nacional de Salud, servicios asistenciales proporcionados por el farmacéutico. En Canadá, EEUU y España, también se han desarrollado trabajos sobre la eficacia y necesidad de la AFD en los que el farmacéutico forma parte del equipo multidisciplinar que procura mejorar el uso de los medicamentos en personas mayores.
En el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Gipuzkoa estamos participando, junto con una organización sin ánimo de lucro (Hurkoa) en un “Plan integral al paciente frágil en el domicilio”, en el que farmacéuticos comunitarios de varias farmacias de la provincia imparten AFD dentro de un equipo multidisciplinar de atención a pacientes vulnerables y dependientes. Todas estas experiencias demuestran los beneficios que se derivan de la asistencia a domicilio por parte del farmacéutico comunitario.
En definitiva, el servicio de AFD, orientado a personas con incapacidad física y/o pacientes mayores dependientes, polimedicados y con dificultades de desplazamiento, busca mejorar el estado de salud del paciente y abordar una necesidad social. Por ello, confío en que se vaya haciendo realidad en nuestras farmacias comunitarias a través de experiencias piloto, inicialmente, y grandes proyectos, a continuación, para lograr finalmente implantar y generalizar este servicio.
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