Las principales anécdotas, que son muchas después de unos cuantos años de mostrador, están relacionadas con el lenguaje. Era muy habitual que llegasen usuarios de Marruecos (la frontera está a escasos 5 km) con una prescripción en el que el nombre del medicamento estaba mal escrito o como a ellos les sonaba: desde una caja de “Springfield” para referirse al medicamento de ibuprofeno, “pocito” para decir callito o “vitramento” para el calmante vitaminado.