Sacando sonrisas a los pacientes
Siempre está la persona que te pide el “puprofeno” (ibuprofeno) o el “espaiderfren” (espidifen). A veces, pienso que lo pronuncian más difícil de lo que realmente es.
Tengo una anécdota que me llegó bastante adentro: a una paciente le diagnosticaron cáncer y, cuando vino a contarlo a la farmacia, vino triste y deprimida (lógico, si te dicen que tienes cáncer y que tienes que empezar a darte quimioterapia.) Ella no tenía hijos ni marido, ya que habían fallecido y se encontraba prácticamente sola, por lo que cada vez que venía a la farmacia nos contaba todo lo que le ocurría (era una de sus salidas para sentirse mejor). Yo le decía cada vez que la veía que no se preocupase, que ya vería cómo saldría bien de todo lo que tuviera que hacerse, que aún era muy joven y le quedaba mucha guerra que dar por delante. Una de las veces que vino, me dijo que se le empezaba a caer el pelo, y poder ayudarla aconsejándole y sacándole alguna sonrisa cuando la veía entrar con ganas de llorar, para mí fue algo bastante fuerte y emocional. Creo que poder ayudar a una persona de esa manera y hacer que se vaya sonriendo cuando tiene grandes batallas dentro, es una de las cosas más bonitas de esta profesión.
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