Dos bolsas de caramelos de limón
En las farmacias ocurren muchas situaciones curiosas. Yo siempre recuerdo una señora muy digna, a la que alguien le vio llevarse, sin pagar, una bolsa de caramelos. Cuando nos lo comentó fuimos a las cámaras y, efectivamente, vimos que no sólo se había llevado una bolsa, sino dos.
Cuando al cabo de unos días volvió me dijeron que estaba allí y salí a atenderle. Al final, cuando le iba a cobrar lo que había solicitado le dije que le incluía los caramelos del “otro día”.
“¿Qué caramelos?”, respondió ella. “Los que se llevó el pasado día”, dije yo. “Yo no me llevé ningún caramelo”, contestó; a lo que le invité a pasar al despacho a ver la grabación. Continué: “pero si prefiere, me dice de qué sabor eran para que se los pueda cobrar y lo dejamos ahí”; a lo que respondió “¡eran de limón!” Dije, “vale... más dos bolsas de caramelos de limón”. ¨¿Dos bolsas? Yo no me llevé ninguna… pero… ¡cóbremelas!”, y se fue tan “digna” como había entrado.
La señora sigue yendo a la farmacia como si nada hubiera pasado, mientras que yo me llevé un bochorno terrible reclamándole lo que era mío.