Una jeringa de las grandes en una noche de guardia
El farmacéutico Antonio Hoys comparte algunas de las anécdotas que ha vivido en la farmacia. Como no puede ser de otra manera, las noches de guardia dan para mucho.
Antonio Hoys
Farmacéutico y vocal de adjuntos, sustitutos y regentes, recién colegiados y estudiantes del COF Sevilla
Cuando entras a trabajar en una farmacia donde el barrio está por encima de todo, puedes encontrarte con cualquier cosa, y más aún en las guardias.
23 de diciembre, 4 de la mañana. Suena el timbre.
- Buenas noches, ¿me podrías dar una jeringa de las grandes de esas de los batidos?
Tú con tu buena fe y aún más a esas horas, te preocupas de si han tenido algún problema con la sonda de alimentación de algún familiar y claro, no te esperas la respuesta.
- ¡Ay no hijo!, es que mañana por la mañana tengo que rellenar un pavo.
Pero el verano es aún más dado a las cosas extrañas, todos sabemos que el calor hace estragos.
Puente de agosto, 2 de la mañana. Suena el timbre.
- Buenas noches, soy el de la leche.
Tú te quedas con la cara de una vaca mirando ver pasar el tren y, al poco, preguntas: ¿perdón?
- Que soy el idiota que se ha dejado la leche del niño en el piso de la playa y ha tenido que venir a molestarte. Dame por favor una lata de leche del 1.
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